martes, 23 de septiembre de 2008

La Paciencia

La semana pasada fue toda una semana.  Empezó el lunes cuando decidí reemplazar el sello del WC en nuestro baño, porque mi señora se quejaba de su mal olor.  Saqué la taza y la puse en la tina mientras limpiaba alrededor del hoyo del desagüe.  Luego, saqué la taza de la tina y la estaba balanceando sobre la orilla de la tina mientras aplicaba el sello de cera.  Luego de aplicar el sello de cera, estaba a punto de reponer la taza de nuevo cuando se me cayó y se rompió en varios pedazos, tanto la taza como el estanque de agua.  (Como dice Condorito – ¡¡REFLAUTA!!).  Tuve que ir a la ferretería para buscar una taza pero me di cuenta que esta casa es muy antigua entonces la distancia entre el  muro y el hoyo del desagüe es de 39 centímetros pero todas las tazas que podíamos encontrar en el Yolito, y el HomeCenter eran de 30 o menos.  Me dieron el dato que tenía que ir a la calle Franklin, porque allí hay tiendas que venden tazas más grandes.  Entonces, al día siguiente fui a Franklin y encontré una taza de 37 centímetros.  Cuando por fin llegué a la casa, la puse y me di cuenta que había una fuga en el estanque, porque el piso estaba mojado alrededor de la taza.  Bueno, un trabajo que me debería haber demorado una o dos horas me demoró dos días.

El jueves, fuimos a Viña para celebrar las fiestas patrias con algunos amigos.  Al llegar a su casa en Bosques de Montemar, se me quedaron las llaves de la camioneta adentro.  Llamé a un cerrajero para averiguar su precio de emergencia.  Me cotizó un monto de $25.000.  No quería pagar ese monto entonces me puse a tratar de sacarlas yo mismo.  Tenía un alambre metido y casi pude levantar la perilla para abrir la puerta.  Pero cuando presioné la ventana un poco más fuerte, se quebró.  Al ahorrarme las 25 lucas, igual tuve que pagar casi 60 para reemplazar el vidrio.

¿Por qué les cuento todas estas cosas?  Porque a veces pensamos que los malos ratos de la vida son puras molestias no más, y que Dios no tiene mucho que ver.  Pero estoy convencido que él quiere trabajar la paciencia en mí.  Soy un hombre muy impaciente y necesito estas cosas en mi vida.  Si me preguntas si aprendí la lección, te voy a decir que no sé.  Creo que estas cosas demoran mucho tiempo.  Hay que ser paciente.  Pero estoy convencido que tenemos que estar agradecidos por los malos ratos de la vida, porque es a través de ellos que Dios trabaja su fruto en nosotros.

Menos mal que Jesús pasó malos ratos por mí – algo que no tuvo que hacer pero que lo hizo igual porque me amó y me ama.  Cualquier rato malo que pudiera pasar no es nada comparado con los suyos – una muerte cruel, llevando mis pecados, rechazado por su Padre.  Yo jamás he pasado un momento de mi vida sin que mi Padre Celestial me acompañara.  Jesús tuvo la paciencia para sufrir por mí - ¿cómo no voy a poder aprender las lecciones que mi Padre Celestial me quiera enseñar?

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