martes, 25 de marzo de 2008

Una Esperanza Viva

He estado pensando sobre lo que prediqué el día domingo sobre la esperanza viva que habla Pedro en 1 Pedro 1:3. Es tan radical este tema que creo que a todos nos cuesta. La tendencia es de irnos por un extremo u otro. Una tendencia es de tener la mente solamente en cosas espirituales. Estamos buscando esa experiencia única que sobrepasa todas las otras experiencias, ese momento con el Señor donde casi me siento eufórico. Cuando mi mente está en eso, ya no estoy preocupado por lo que me rodea. Eso suena muy lindo, pero he visto a personas que hasta descuidan a sus familias por tener sus mentes tan en el aire.

El otro extremo es de poner nuestros ojos solamente en las cosas que podemos ver - en lo que nos rodea. Total, son esas las cosas que son reales para nosotros; qué vamos a comer, dónde vamos a trabajar, cómo van a estar mis hijos, dónde van a ir al colegio, etc. Es muy difícil pensar que hay otro mundo que es aún más real que el mundo en que estamos viviendo.

Es por eso que el libro de Hebreos define la fe como, "Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. (Hebreos 11:1)" Si lo pudiéramos ver, ya no sería fe.

¿Y qué podemos sacar de esto que sea práctico para nuestras vidas?

Jesús nos dijo que el mandamiento más grande es que amemos a Dios con todo lo que somos. Y el segundo mandamiento es que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Yo tiendo a pensar que la muestra más grande de que amamos a Dios es la manera en que amamos a nuestro prójimo. O sea, la fe - que algún día vamos a estar con Dios para siempre por los méritos de Jesucristo - es algo que tiene mucho que ver con el aquí y el ahora. Si yo entiendo que la tarea principal que tengo en amar a Dios es de amar a mi prójimo, ¿cómo va a cambiar la forma en que yo viva? ¿Cómo va a cambiar la manera en que uso mi dinero? ¿Cómo va a cambiar la manera en que yo peinso del trabajo? ¿de mis vecinos? ¿de mi iglesia? Esto es simplemente un tercer camino que no tiene nada que ver con los dos extremos que acabo de mencionar. No es ni ignorar a este mundo, ni tampoco enamorarme de él. Es ser un ciudadano de otro mundo con la gran misión de amar a todos los que pueda en este mundo - reconociendo que soy un peregrino aquí, que no estoy en casa todavía. Eso quiere decir que yo puedo sacrificarme por otros, porque mi meta en la vida no es de ganar dinero, ni de tener una posición, ni de controlar mi entorno, etc. Mi meta en la vida es de amar a Dios porque Cristo me amó primero y luego de amar a otros sacrificadamente. Eso es lo que hizo Jesús por mí. Ahora, esa sí, que es una esperanza viva y lo cambia todo.

Bendiciones,

Mark

martes, 18 de marzo de 2008

Semana Santa y La Cruz de Cristo

Esta es una semana muy importante en la vida de la iglesia de Jesucristo. Fue durante esta semana que la multitud que rodeaba a Jesús cambió de gente que lo adulaba a gente que lo odiaba. Durante sus tres años de ministerio público, Jesús sanó a muchos, dio de comer, echó fuera demonios, etc. La gente sabía que tenía poder y siempre tenía a muchos que lo seguían. La culminación de esta euforia sucedió el domingo de ramos donde querían hacer de Jesús su rey para que les proveyera todo lo que necesitaban y que derrocara a los romanos. Era por eso que cuando Jesús iba entrando a Jerusalén siendo cargado por un burrito que él estaba llorando. Y él mismo dijo que sabía que ellos no tenían idea lo que les podría traer paz. Y esa es la pregunta que les hice el domingo. ¿Qué está haciendo Jesús cuando nos mira a nosotros? ¿Estamos buscando la paz en lo que él nos pueda proveer o estamos buscando la paz en él? Cuando el pueblo se dio cuenta que él nos les iba a dar lo que ellos querían, lo tomaron y lo crucificaron - la muestra más grande de que sólo lo querían usar y no lo amaban.

Esta es la semana en que recordamos la cruz de Jesús. Sabiendo que el mundo no tenía idea lo que les podría traer paz, él dio su vida para que lo entendieran. La cruz de Cristo es el eje central de nuestra fe. Claro que sin la resurrección de Cristo, nos dice Pablo, no tendríamos una fe. Pero es la cruz de Cristo donde el verdadero poder de Dios se mostró, el poder para vencer el pecado. Es por eso que Pablo les dice a los corintios, "Yo mismo, hermanos, cuando fui a anunciarles el testimonio de Dios, no lo hice con gran elocuencia y sabiduría. Me propuse más bien, estando entre ustedes, no saber de cosa alguna, excepto de Jesucristo, y de éste crucificado. Es más, me presenté ante ustedes con tanta debilidad que temblaba de miedo. No les hablé ni les prediqué con palabras sabias y elocuentes sino con demostración del poder del Espíritu, para que la fe de ustedes no dependiera de la sabiduría humana sino del poder de Dios."

Lo digo de nuevo, la cruz de Cristo es el eje central de nuestra fe y de nuestras vidas. No porque pensamos que él todavía está allí - obviamente que no - él ha resucitado y está a la diestra de Dios haciendo intercesión por nosotros. La razón por la que es el eje central es que en la cruz es donde nosotros, tú y yo, pudimos y podemos dejar nuestra carga, la carga de la culpa. Fue en la cruz donde el Rey de reyes nos mostró su fuerza en la debilidad. Fue en la cruz donde yo puedo decir con Pablo, "...Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero." (1 Timoteo 1:15)

Y es la cruz que me muestra mi pecado, no para que me quede allí con toda la culpa que eso lleva, sino para que pueda recibir el perdón. ¿Cómo voy a entender el perdón sin haber visto lo que me hizo pedir ese perdón? El ver nuestro pecado no es algo malo - es algo glorioso, porque cuando lo veo, tengo donde ir, tengo a quien acudir. La cruz me dice, "CUENTA PAGADA". Pero no es solo eso, sino que su vida perfecta, su record perfecto delante del Padre llega a ser mio. Aunque Dios el Padre demanda la perfección para entrar en el cielo, es a través de la cruz que no entro vacío sino que tengo un record - pero no es mi record. Toda la obediencia de Jesús es cargada a mi cuenta y todo mi pecado es cargado a él. Esas sí que son buenas noticias. ¡¡¡Es la cruz.....la cruz....la cruz!!! Disfrutemos esta semana y animémonos.

martes, 11 de marzo de 2008

Ayer cumplimos 4 años en Cristo Rey. Fue el 10 de marzo de 2004 que pisamos tierra en Chile. Ha sido una aventura muy especial para nosotros. A veces uno se pregunta por qué Dios llama a algunas personas a donde los llama. O sea, más específicamente, ¿por qué nos llamó a nosotros para acá?

Podría irme por el lado egoísta y decir que Dios me llamó a pastorear a Cristo Rey por causa de los dones que tengo y la gran necesidad que había para una persona como yo acá. Podría auto-engañarme y decir que soy el único que podía salvar a esta iglesia y que me necesitan mucho. Pero creo que Dios me ha mostrado todo lo contrario. Ahora, no quiero decir que los dones no son importantes. El Señor nos ha dado dones a todos porque quiere que los usemos en el lugar de nuestro llamado para que el cuerpo de Cristo sea edificado. Pero a lo que voy es mucho más profundo. Es muy fácil ser arrogante por los dones que tenemos. Cuando somos bueno para algo, queremos que todo el mundo lo sepa (Estoy hablando en términos generales - no estoy tratando de decir que tengo todos los dones que se requieren para pastorear a Cristo Rey - no, el Señor usa el cuerpo entero para pastorearse). Pero cuando tenemos algún don, tenemos la tendencia de creer que el don es lo que nos hace especial e importante y esa es la parte que el Señor quiere quitar, porque él es el único que nos valida - no nuestros dones. Entonces, estoy convencido que él no nos necesita pero le complace mucho usarnos. No necesita ninguno de los dones que tenemos - total, él dio todos los dones que hay y podría dárselos a cualquiera persona para cumplir con el establecimiento de su reino.

A través de muchas cosas difíciles que he pasado tanto personalmente como a nivel de iglesia, estoy convencido que la razón principal por la que Dios me llamó a ser el pastor de Cristo Rey es porque me ama tanto y me quiere moldear. Todas las experiencias que he vivido han servido para mostrarme que desesperadamente lo necesito. Me he dado cuenta que muchas veces el crecimiento espiritual que ha habido aquí en Cristo Rey ha sido a pesar de mis dones y no por causa de ellos. Él hace crecer a su pueblo donde, cuando, y en la manera que él quiere. Lo único que nos pide es que nos demos cuenta que todos los dones que tenemos vienen de su mano y son para su uso. Él quiere corazones disponibles para ser usados por él. Creo que la frase clave en todo esto es: "Señor, me rindo a ti." O sea, "Señor, yo someto mis deseos a los tuyos. Me entrego con todo lo que soy a tu servicio. Mis dones fueron regalos de tu mano, por lo tanto, no tengo en qué jactarme sino que lo único que me queda es alabanza y adoración por la maravilla de que tú, el gran Dios del universo, quieres usarme a mí, él que no vale nada." Estoy convencido de que cuando alguien llega a poder decir eso de todo corazón, esa persona es realmente feliz.

Entonces, quiero agradecerle a Dios por el aumento de mi felicidad, porque a través de muchas situaciones difíciles me sigue enseñando lo que es rendirme a él.

Gracias Iglesia Cristo Rey por ayudarme a crecer en estos últimos cuatro años. Sigue pidiéndole a Dios que me muestre más rincones y cavernas de mi pecado para que pueda de todo corazón entregárselas a Jesús el que lo dio todo por mí.

martes, 4 de marzo de 2008

Asistí ayer a una conferencia sobre el liderazgo. Llegaron unas 1.500 personas a escuchar a los conferencistas. Fue una tarde muy interesante para mí y pude aprender algunas cosas sobre el liderazgo. Pudimos adorar juntos y escuchar a varios oradores. En general, la visión que tienen es que haya muchos líderes a través de América Latina para que el evangelio de Cristo sea conocido por todas partes. Creo que la idea es muy buena y me gustaría participar lo más que pueda en desarrollar líderes para las generaciones que vienen.

Sin embargo, una de las preocupaciones que tengo y que está fuerte en mi corazón es algo que no sucedió ayer y que me habría gustado que hubiera sucedido y que crea es algo que no sucede en muchas de nuestras iglesias. Hemos dejado de creer que el evangelio es para cristianos. Hemos creído profundamente que el evangelio de Cristo es para los que necesitan llegar a la iglesia – tienen que entender que son pecadores y que no se pueden salvar a si mismos y así llegar a entender que sin el perdón que Jesús ofrece, están condenados a una eternidad sin Dios. Pero de alguna forma, después de creer el evangelio, hemos pensado que el evangelio de Cristo no es el método para que uno camine en la vida cristiana. Después de entrar por la puerta del evangelio, de allí en adelante, uno tiene que aplicar los principios Bíblicos que hay y esforzarse por vivir una vida Santa. Por lo tanto, las conferencias, los sermones, los estudios Bíblicos, etc., están llenos de ayudas prácticas a como poder aplicar estos principios a nuestras vidas. El problema es que no hacen cambios verdaderos. Claro que podemos cambiar algunos comportamientos por un esfuerzo propio, pero el dominio propio además de los demás frutos del Espíritu Santo no vienen por esfuerzo propio – son frutos, son un resultado de otra cosa. Pablo les pregunta a los Gálatas en Gálatas 3, cómo recibieron el Espíritu – si acaso fue por las obras de la ley o por creer lo que habían sido enseñados. El punto que él está haciendo es que el Espíritu Santo viene por fe y luego trabaja su fruto en nosotros. ¿Pero, fe en qué? Lo que habían escuchado era el evangelio. Si queremos ver el fruto del Espíritu Santo hacer cosas maravillosas en nuestras vidas, tenemos que volver vez tras vez al evangelio, porque la verdad es que se nos olvida. Llegamos a pensar que el pecado ya no tiene dominio sobre nosotros y creo que estamos auto-engañados. En Romano 1:15, Pablo les dice a los romanos que él anhela predicarles el evangelio. Obviamente está hablando de una iglesia y de gente creyente.

El problema con lo que pasó ayer fue que nos dieron unos principios estupendos, pero salí un poco mal porque pensé que la gente iba a pensar que iban a poder cumplir con esos principios. Quiero contarles de que a pesar de mi esfuerzo por aplicar los principios del buen liderazgo a mi vida, he llegado a la conclusión que soy un líder inseguro y que constantemente me estoy equivocando. La única manera que voy a aprender a ser un líder seguro es que si el Espíritu Santo me revela mi pecado – el deseo de evitar las decisiones difíciles o de confrontar a las personas que necesitan ser confrontadas, o la tendencia de ser un dictador – que todo salga como yo quiera – que Jesús me revele mi pecado para que pueda arrepentirme de verdad y encontrar el perdón de nuevo y de nuevo. Esa es la única cosa que va a hacer un cambio grande en mí y que va a producir en mí un líder más seguro para que él reciba la gloria.

Si queremos esforzarnos por algo, esforcémonos por conocer a Jesús mejor, esforcémonos a pedirle que nos muestre nuestro pecado, esforcémonos a arrepentirnos de todo corazón, sabiendo que entre más vea mi pecado, más grande ý más bello va a ser Jesús en mi vida y por lo tanto, más fruto va a haber.

Bueno, ese es mi pensamiento para esta semana. Capaz que es un poco teológico, pero era algo que viví ayer y quería hacer un comentario al respecto. Anhelo a que ustedes oren que Jesús me muestre mi pecado, para que él se pueda gloriar en mí.

Salmo 37:4: Deléitate en el SEÑOR, y él te concederá los deseos de tu corazón.