martes, 2 de enero de 2007

El Sufrimiento

He estado pensando últimamente en el sufrimiento y cómo se relaciona con la vida cristiana. Me parece que el mundo evangélico carece grandemente de una teología del sufrimiento, porque hay una propensión a hablar solamente de una teología de la victoria. Creo que es cierto que tenemos la victoria en Cristo, pero la pregunta es ¿cómo? y ¿a través de qué? Muchos piensan que la victoria en Cristo se trata de que él nos saque de las aflicciones que tenemos en la vida. Pero eso es falso. No conozco un pasaje bíblico que prometa sacarnos de las circunstancias de la vida. La verdad es que la victoria se gana a través del sufrimiento.Una de las grandes cosas a la cual yo tengo alergia es al sufrimiento. He visto en mi vida que he hecho casi cualquier cosa para evitarlo. Pero la pregunta es si eso es lo correcto. Según Dietrich Bonhoeffer, un pastor que sufrió el martirio en manos de los Nazi, en su libro, Meditaciones Sobre La Cruz, dice que la vida cristiana se define por su sufrimiento. Si Jesús sufrió, es natural que sus seguidores vayan a sufrir. Cuando Pedro reprendió a Jesús en Marcos 8 por hablar de su sufrimiento y su muerte, Jesús le dijo, “Aléjate de mí, Satanás”; palabras muy fuertes para un discípulo a quien Jesús amaba. El sufrimiento es inherente a la vida cristiana, porque la vida cristiana ve al mundo en una manera completamente opuesta a cómo lo ve el mundo que nos rodea. El cristianismo habla de la humildad y del servicio, de amar a otros porque Cristo nos amó primero. El mundo que nos rodea habla de buscar tu bien primero, antes que el bien del otro. El servir a otros trae necesariamente sufrimiento y sacrificio. El servir a otro dice que yo pongo las necesidades del otro antes que las mías; yo pongo el bienestar del otro antes que el mío. Pero este tipo de sufrimiento trae gozo. Es interesante que cuando yo me sacrifico por otro, estoy compartiendo los sufrimientos de Cristo. Esto trae gozo, según Bonhoeffer, simplemente porque Cristo promete estar en el sufrimiento con nosotros. Cuando sufrimos, él viene a nosotros. Su presencia está con nosotros a través del Espíritu Santo y él sostiene nuestros brazos; él lleva la carga de la cruz que tenemos que cargar. El hecho de sufrir no es malo, es bueno, porque la recompensa es la presencia de Dios. Entonces, ¿por qué sigo evitando el sufrimiento? Porque me cuesta entender que Jesús va a caminar conmigo. Vivo como un huérfano, y no como un hijo totalmente amado. Me cuesta ver el gran amor de él. Con amor, él dio su vida por mi rescate - me rescató de mi propensión a ser tan auto-referente. Ahora tengo la capacidad de entregarme por los otros.