martes, 17 de junio de 2008

Machu Picchu


Mirando a Machu Picchu desde la "Puerta del Sol"

¡Frente a Machu Picchu con mi hermosa novia!

Por las dos últimas semanas he estado de viaje en Perú, donde junto a mi señora caminamos el Camino del Inca hasta llegar a la famosa ciudad de los Incas, Machu Picchu.  La verdad es que fue muy duro, pero creo que puedo decir que valió la pena.  Hubo tres pasos en la montaña que tuvimos que cruzar; uno de 4.225 metros, otro de 4.000 metros y el último de 3.900 metros.  Ahora, no tengo que decirles lo difícil que fue - sobre todo para un viejo como yo con rodillas malas.  Todavía siento dolor en las rodillas.  Pero bueno, esto me recuerda de un principio de la vida cristiana: el camino más fácil, no es el camino de mayor provecho.  O sea, para lograr ver algunas de las vistas y paisajes tan impresionantes del Camino del Inca, tuvimos que trabajar duro para subir la montaña.  Fueron horas de subidas muy inclinadas, pero al llegar a la cima, pudimos disfrutar enormemente de la creación de Dios.

El último día nos levantamos a las 4 de la mañana para poder llegar a la "puerta del sol", que es un lugar en la montaña que mira para abajo a Machu Picchu.  Pudimos llegar a este punto antes de que la neblina, que suele cubrir a Machu Picchu en la mañana, se levantara.  Allí en ese lugar tan hermoso e impresionante, me puse a pensar en la grandeza de Dios y en su creación.  Los Inca adoraban la Pachamama (la tierra madre).  Y sin conocer al Dios vivo, me era fácil saber por qué - porque verdaderamente es impresionante - la montañas escarpadas, llenas de vegetación, la manera en que las nubes cubrían la cima de la montaña donde estaba Machu Picchu, el río que parecía una serpiente en el fondo del valle, a muchos kilómetros de distancia de donde estábamos.  No he visto un lugar más precioso en toda mi vida.

Al lado de la montaña, éramos tan chicos, tan insignificante.  Entiendo por qué ellos adoraban algo tan bello y tan grande y tan impresionante.  Pero pude reflexionar también que la Biblia nos dice que nosotros fuimos hechos a la misma imagen de Dios - no la montaña - que el ser humano es más importante que la montaña - y que hasta puede conocer a Dios en forma personal. 

También me puse a reflexionar que aunque en general en la vida, las cosas más difíciles son las que más valen la pena, me di cuenta que el llegar a Dios no fue difícil para mí.  La parte difícil la cumplió Jesús al morir por mí, y ahora mi entrada a la presencia de Dios está asegurada.  Él lo hizo por nosotros.  Valemos mucho más que la Pachamama - esa es su creación no más. ¡Nosotros somos sus hijos amados!