martes, 27 de mayo de 2008

El Propósito de Dios

El gran explorador y misionero, David Livingstone, sirvió en África desde 1840 hasta su muerte en 1873.  Los pastores Robert Lewis y Wayne Cordeiro cuentan en su libro, El Cambio de Cultura (The Culture Shift, Jossey-Bass, 2005, pg 1-2) de un incidente en la vida de Livingstone que muestra la razón por la que necesitamos estar agradecidos en todo.

David Livingstone tenía muchas ganas de viajar a lugares no conocidos para predicar el evangelio.  En una ocasión, el famoso misionero y explorador llegó a la frontera de un territorio grande que estaba bajo el control del jefe de una gran tribu.  Según la tradición, el jefe tenía que llegar allí, a la frontera; Livingstone podía avanzar sólo después de un intercambio.  El jefe podía elegir cualquier cosa de la propiedad privada de Livingston que le gustara y guardarla para si mismo, mientras le daba algo de vuelta al misionero.

Livingstone tenía pocas posesiones, pero al encontrarse con el jefe, obedientemente las mostró, poniéndolas ordenadamente en el suelo – su ropa, sus libros, su reloj, y aun la cabra que le daba leche (ya que tenía problemas del estómago y no podía tomar agua).  Se quedó consternado cuando el jefe se quedó con la cabra.  De vuelta, el jefe le dio un palo tallado y con la forma de un bastón.

Livingstone se quedó muy decepcionado.  Él empezó a quejarse con Dios sobre lo que le parecía a él como un bastón estúpido.  ¿Qué iba a ser para él comparado con esa cabra que le daba la leche que él necesitaba?  Luego, un hombre de la tribu le explicó, “Ese palo no es un bastón para caminar.  Es el cetro del rey, y con él, puedes entrar en cualquier pueblo del país entero.  El rey te ha honrado enormemente.”

Es increíble lo que Dios hace.  Muchas veces no entendemos por qué él hace lo que hace, pero los propósitos de él son siempre buenos.  A lo mejor has pasado por algo difícil esta semana.  Él tiene un plan, y estoy convencido que la parte más grande de su plan es que él quiere que confiemos en él.  A través de David Livingstone, muchos en África llegaron a conocer las buenas nuevas de Jesús.  Y a través de Livingstone, muchos misioneros más llegaron a África.

Isaías 55:8-13  8  «Porque mis pensamientos no son los de ustedes, ni sus caminos son los míos —afirma el SEÑOR—.  9  Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más altos que los cielos sobre la tierra!  10  Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo, y no vuelven allá sin regar antes la tierra y hacerla fecundar y germinar para que dé semilla al que siembra y pan al que come,  11  así es también la palabra que sale de mi boca: No volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo deseo y cumplirá con mis propósitos.  12  Ustedes saldrán con alegría y serán guiados en paz. A su paso, las montañas y las colinas prorrumpirán en gritos de júbilo y aplaudirán todos los árboles del bosque.  13  En vez de zarzas, crecerán cipreses; mirtos, en lugar de ortigas. Esto le dará renombre al SEÑOR; será una señal que durará para siempre.»  

martes, 13 de mayo de 2008

La Incomodidad

En la economía de Dios, nada funciona como yo creo que debe funcionar.

Les compartí un par de semanas atrás que uno de los momentos favoritos de mi día es cuando me acuesto por la noche, pongo las noticias en la tele, y trabajo en algunos puzzles de sudoku. Es un momento de mucha comodidad para mí.

Me gusta estar cómodo. Me gusta cuando todas las cosas me van bien. Y me he dado cuenta que es una de las cosas que busco en la vida. Pero también me he dado cuenta de que en el momento en que alguien me incomoda, me enojo. Mi fórmula para la vida ha sido:

comodidad = paz

Pero me he dado cuenta de otra cosa. Dios me llama a la incomodidad. ¿Por qué digo eso? Porque cuando estoy en mi zona cómoda, no necesito a Dios. ¿Para qué lo necesito si todo anda bien? Pero Dios está en el negocio de mostrarnos nuestra necesidad de él. Si sentimos paz porque las cosas andan bien, entonces es una paz falsa, solamente basada en mis circunstancias buenas. Pero él nos saca de nuestra comodidad para mostrarnos esa base falsa; para mostrarnos que la única fuente de paz es él.

El problema es que cuando estoy incómodo, muchas veces estoy enojado. Me gustan las cosas a mí manera, todas cuadraditas y lindas. Pero cuando hay caos en mi vida, estoy sumamente incómodo – y eso no me gusta para nada.

Si sólo pudiera darme cuenta que todas las incomodidades de la vida vienen de su mano para hacerme vivir en dependencia de él, entonces, tendría una paz, no basada en mis circunstancias sino que una paz verdadera que está basada en el hecho de que el Dios del universo me conoce y me ama.

La verdad es que Jesús se incomodó (fue a la cruz a morir por mí) para que yo pudiera tener paz en mi incomodidad. Ahí está la clave. Se incomodó sólo por amor. Entonces la fórmula de la vida no es:

comodidad = paz

Sino

incomodidad = necesidad de Jesús = paz

La búsqueda verdadera de Dios viene a través de la incomodidad. Y el que encuentra a Dios, encuentra paz.

Deuteronomio 4:29 29 »Pero si desde allí buscas al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, lo encontrarás.

Oh Padre, trae tu incomodidad perpetua a mi vida para que te vea más claramente. Amén.

martes, 6 de mayo de 2008

Oh Que Amor

Oh que amor, nos ha dado Dios
No lo puedo entender.
Me amó como nadie lo ha hecho jamás.
Por eso le adoro y rindo mi vida a él.
Quiero ser más como él
Y dar de su amor.
Estar cada día con él, rendido a sus pies.
En adoración.

El motivo de la vida cristiana - el amor de Dios.  El problema es que lo buscamos en todos los lugares equivocados.  La mayoría de las veces lo buscamos en nuestra pareja.  Pero ellos no fueron hechos para darnos el amor que sólo Dios nos puede dar.  A veces lo buscamos en la aprobación de los demás.  La única manera que vamos a entender el amor de Dios es si vemos la profundidad de nuestra condición y lo que espera a los que mueren sin Dios.

El domingo estuve en mi casa almorzando cuando recibí una llamada telefónica.  "¿Mark Auffarth?", me dijo la voz en la línea.  "Sí", le dije.  "Encontré tu chequera en la calle y te la quiero devolver."  Me puse de acuerdo con él en dónde iba a ir para rescatar mi chequera.  Cuando me encontré con ellos, era una pareja muy joven - probablemente eran pololos.  Cuando los vi, traté de darles $15.000 para que fueran a comer algo.  Les agradecí profundamente.  Pero ellos no querían nada como pago por lo que habían hecho.  La chequera se me había caído mientras iba caminando a la casa ese día.  Probablemente no me habría dado cuenta hasta que alguien hubiera vaciado mi cuenta.  Pero justo me tocó esta pareja honesta.

¿Qué aprendo de esto?

1. La gracia de Dios es inmensa.  Me salvó de un mal rato muy grande.
2. Me di cuenta que mi agradecimiento con esta pareja era tan grande que estaba dispuesto a darles mucho más.  Siento puro agradecimiento hacia ellos y me gustaría poder agradecerles de nuevo - pero bueno, probablemente no los vea otra vez.  Cuanto más deberíamos estar agradecidos por lo que Dios ha hecho.  No merecemos nada, pero él nos lo ha dado todo.  Lo hemos rechazado, pero él nos ha aceptado.  No lo hemos amado, o por lo menos poco, pero él nos ha amado incondicionalmente, mandando a Jesús para morir por nosotros.

Lo que ha hecho Jesús no es menos real de lo que esta pareja hizo por mí.  Pero, yo encuentro que nos cansamos de escuchar las palabras del evangelio.  Las escuchamos tanto que ya no tienen mucho impacto.  Por eso tenemos que pedirle que nos muestre nuestra condición de verdad para que podamos vivir impactados con el amor.

Les pido que oren eso por mí, porque necesito empaparme del amor de quien me rescató.

Quería que lo supieran.

Bendiciones,

Mark