¿Cómo debemos vivir en comunidad? He visto que comúnmente, se cree que el pastor o el liderazgo de una iglesia es el que echa andar la iglesia o que hace el ministerio de la iglesia. Si hay algo que confrontar, tiene que ser el pastor o algún líder porque nadie más se siente autorizado o nadie quiere tirar la primera piedra. Hay casi una mentalidad de empresa donde los líderes son los jefes y azotan a la gente para hacer andar los distintos ministerios de la iglesia. Y al lado opuesto, la gente siente que son del montón no más y que no importa lo que hagan porque total, los importantes son el pastor y los líderes.
Pero esto no llega ni cerca de lo que dice el nuevo testamento respecto de la comunidad. Primero, no hay comunidad sin todos. Los líderes y el pastor no son la comunidad. Se necesitan a todos. Segundo, el trabajo de hacer el ministerio de la iglesia cae sobre cada uno.
Efesios 4:11-12 11 Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros, 12 a fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo.
El liderazgo existe solamente para capacitar al pueblo de Dios para que ellos hagan la obra de servicio. La responsabilidad de la iglesia cae sobre cada uno. Cada uno es importante en la economía de Dios. Cada uno tiene la responsabilidad de vigilar sobre la unidad del cuerpo. Cada uno tiene la responsabilidad de vigilar sobre las vidas de los demás, no para que puedan “pillar” a alguien en un pecado, sino para que nos animemos juntos a mirar a Jesús por el bien del cuerpo. El confrontar es un acto de amor. Estamos tan preocupados por el otro y por el cuerpo que no queremos que ellos sigan con la misma ceguera porque se están haciendo daño.
Cada uno de nosotros tiene una ceguera. Hay áreas en nuestras vidas que ni siquiera podemos ver y donde necesitamos a otros que nos ayuden a verlas. Pero cuando le mostramos a alguien sus debilidades, si lo hacemos sin amor o gentileza, no entendemos que nosotros también tenemos una ceguera enorme y que necesitamos a los demás para que nos muestren lo mismo en nuestras propias vidas.
La comunidad no funciona a menos que lo veamos así. Si estamos esperando que los líderes lo hagan porque ellos son los únicos que tienen la autoridad, el cuerpo de Cristo no va a funcionar. Quiero decirles con la autoridad de la palabra de Dios que tienen la autoridad de enfrentar el pecado de otros en la comunidad.
Mateo 18:15-17 15 »Si tu hermano peca contra ti, ve a solas con él y hazle ver su falta. Si te hace caso, has ganado a tu hermano. 16 Pero si no, lleva contigo a uno o dos más, para que “todo asunto se resuelva mediante el testimonio de dos o tres testigos”. 17 Si se niega a hacerles caso a ellos, díselo a la iglesia; y si incluso a la iglesia no le hace caso, trátalo como si fuera un incrédulo o un renegado.
El hermano que peca tiene que ser confrontado por su amigo primero – no por la iglesia (el pastor, el liderazgo) – tiene que ser por una persona en la banca. Esto quiere decir que nadie se absuelve de la responsabilidad de pastorear y vigilar por los demás. Esta es nuestra iglesia, no la iglesia del pastor. Esta es nuestra iglesia que sigue al buen pastor, Jesús. Es la responsabilidad de cada uno de nosotros de vigilar por ella.
Si entiendo el evangelio bien, me voy a dar cuenta que tengo los recursos para hacerlo. El evangelio dice que soy peor de lo que pienso; que tengo ceguera por todos lados. Esto debería darme la humildad para no ser arrogante en el proceso, como si yo no tuviera pecado. Pero a la vez, el evangelio me dice que soy más amado de lo que aun puedo soñar. El amor de Jesús por mí es mucho más profundo que mi pecado. Y por lo tanto, sabiendo que soy íntimamente amado, puedo ir a hablar con mi amigo sobre su pecado, porque tengo el coraje que me da el saber que soy un desastre amado, amado, amado.
Desesperadamente nos necesitamos. Cada uno es importante. Y a propósito, un pastor también necesita a personas en su vida que le digan la verdad porque él también tiene mucha ceguera.