martes, 7 de abril de 2009

Temores Irracionales

Ayer tuve que ir a Integramédica en el Alto Las Condes para sacarme una muestra de sangre. Este fue mi chequeo regular, anual. Pero esto siempre es traumático para mí. No es la aguja que me preocupa – de hecho, me fascina el mirar mientras me pinchan y me sacan sangre. Lo que me es traumático es la espera de los resultados. Tienen que saber algo acerca de mí. Soy un hipocondríaco. Desde que era chico tenía temor a que algo pudiera estar mal en mi cuerpo. Y aunque esto ha menguado a través de mi vida, creo que siempre va a estar. Siempre paso por el ejercicio mental de repasar el evangelio, de recordarme que soy indestructible hasta el momento en que Dios decida llevarme, que Dios está a cargo de todo en mi vida. Pero igual, al momento de sentarme en el computador para buscar los resultados, estoy seguro que el latido de mi corazón anda en por lo menos 160 pulsos por minuto.

Me cuesta creer que soy el único que tiene temores irracionales. Por lo tanto, quiero compartir algo con ustedes que ha sido de mucha ayuda para mí y viene de una fuente inesperada – de un catecismo. El Catecismo de Heidelberg es uno de los más importantes para nuestra fe en la iglesia presbiteriana. Muchas veces no nos gusta leer los catecismos porque son muy fríos. Pero quiero que lean esta primera pregunta para ver si no les alienta el espíritu.

Pregunta: ¿Cuál es tu único consuelo tanto en la vida como en la muerte?

Respuesta: Que yo, con cuerpo y alma, tanto en la vida como en la muerte, no me pertenezco a mí mismo, sino a mi fiel Salvador Jesucristo, que me libró del poder del diablo, satisfaciendo enteramente con preciosa sangre por todos mis pecados, y me guarda de tal manera que sin la voluntad de mi Padre celestial ni un solo cabello de mi cabeza puede caer antes es necesario que todas las cosas sirvan para mi salvación. Por eso también me asegura, por su Espíritu Santo, la vida eterna y me hace pronto y aparejado para vivir en adelante según su santa voluntad.

¡Qué esperanza más grande!

1 Corintios 6:19-20 Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio.

Les pido que oren para que Dios me muestre estas cavernas de pecado que tanto me llevan a la ansiedad y el temor.

Con gozo porque le pertenezco,

Mark

PD. Después de tanta energía gastada, los exámenes salieron muy bien. Menos mal que el hecho que le pertenezca no dependa de mí.

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