martes, 9 de diciembre de 2008

El Rey Humilde

La siguiente historia viene de Brett Blair:

Muchos años atrás, gobernaba en Persia un rey sabio y bueno.  Él amaba a su pueblo.  Él quería saber como vivían; quería saber sobre sus dificultades.  A menudo se vestía con la ropa de los obreros o de los mendigos, e iba a los hogares de los pobres.  Nadie a quien visitaba creía que era su soberano.  Una vez él visitó a un hombre muy pobre que vivía en un sótano.  Él comió la comida mala que este hombre comió, le habló palabras de aliento y luego se fue.  Un tiempo después, el rey visitó al hombre pobre de nuevo y le reveló su identidad diciendo, “¡Soy su rey!”  El rey pensó que el hombre seguramente le iba a pedir un regalo o algún favor, pero no lo hizo,  En cambio, le dijo, “Usted dejó su palacio y su gloria para visitarme en este lugar oscuro y triste; se sirvió de la comida ordinaria que yo comía; y ¡trajo gozo a mi corazón!  A otros, usted ha dado regalos generosos.  ¡A mí, me ha dado de si mismo!”

Esto es lo que hizo Jesús.  El vino a nuestro sótano oscuro y triste porque sabía que no teníamos la capacidad de salir de allí.  Él bajó de su gloria y se humilló para entrar en este mundo y llegar a ser como una de sus criaturas.  Él se hizo nada para que nosotros pudiéramos llegar a ser algo.  Él dejó su gloria para que nosotros pudiéramos experimentarla.  Tenemos un futuro porque el Rey del universo bajó para ser como nosotros y conocer nuestro dolor de cerca.  En fin, nos dio de si mismo.

En este tiempo de Navidad, ¿por qué no tomamos un momento para reflexionar cómo debió haber sido para él dejar su comodidad para derramar su amor sobre nosotros?  Y luego reflexionemos sobre el hecho de que no sólo entró en el mundo, sino que dio su vida por su pueblo, para rescatarlos de si mismos – de su pecado.

Enseñemos a nuestros hijos las maravillas de lo que es el amor verdadero.  Nosotros amamos solamente porque fuimos amados primero.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Mark, cuando reanudas tus comentarios?
Para mi han sido de gran ayuda y bendición.
Fernando Grinberg