martes, 21 de octubre de 2008

El Evangelio Verdadero

Algunos piensan que para ser un cristiano, tienes que conocer mucho de la Biblia.  La idea es que entre más sabes, mejor cristiano eres.  Otros dicen que aunque es importante conocer la Biblia, lo más importante es la experiencia con el Espíritu Santo.  Para estas personas, lo más importante de la vida cristiana es la experiencia de la presencia de Dios.  Aún otros dicen que aunque el conocimiento y la experiencia no son malos, lo primordial es la acción.  El trabajar para combatir la injusticia y el mostrar misericordia a los pobres, los oprimidos, los desechados es lo más importante en la vida cristiana.  En todas las iglesias hay uno u otro de estos enfoques.

Pero quiero decirles que ninguno de estos es la base principal del cristianismo.  Estos son más bien resultados de otra cosa.

Todo ser humano tiene la tendencia de salvarse a si mismo.  ¿Qué quiere decir esto?  Quiere decir que nos cuesta admitir nuestra debilidad.  Queremos que todos nos vean como fuertes; que tenemos el poder de cambiarnos a nosotros mismos, de reinventarnos, de ser las personas que queremos ser.  Yo creo que es posible realizar cambios externos en nuestro comportamiento.  Pero el cristianismo habla de algo mucho más profundos.  Dios pide un cambio de corazón; un corazón que pueda abrirse y admitir que no tiene poder para cambiar.  

Uno sólo tiene que ver cómo enfrenta una herida emocional profunda para entender que uno mismo no puede cambiar su corazón.  Cuando alguien te hiere profundamente, es imposible sentir amor por esa persona.  Lo único que queremos es destruirla.  Hay algunos que actúan sobre estos sentimientos y le hacen daño a la persona, pero más común es que simplemente las ignoramos y actuamos como si no existen.  Y esta actitud de actuar como si no existen es igual a desear que estén muertos.

Cuando tenemos sentimientos tan fuertes, tenemos que admitir que no importa el esfuerzo que hagamos, no tenemos el poder para cambiar nuestro corazón.  La herida sigue y sigue y es imposible superarla.  Aún años después, sentimos la misma herida.  Somos muy buenos para fingir el cambio y actuar como si todo estuviera bien, pero honestamente, ese cambio no es genuino.  

El evangelio de Cristo dice que nosotros hemos vivido como si Dios no existiera.  En nuestro diario vivir, la gran mayoría de las veces, actuamos por nuestro propio esfuerzo, por nuestra propia sabiduría; algo que no fuimos creados para hacer.  O sea, fuimos creados para ser dependientes, no independientes.  Y cuando ejercemos nuestra independencia, estamos diciendo, en efecto, que Dios no existe para nosotros y que no nos importa esa razón por la cual fuimos creados; en fin, vivimos como si Dios estuviera muerto.

El evangelio de Cristo también nos dice que aunque hemos ignorado a Dios y aun hemos querido que estuviera muerto, él nos amó tanto – y como un buen Padre que conoce nuestro ADN y sabe que sin él vamos a morir eternamente, él mandó a su hijo para pagar la deuda de nuestra rebelión/ignorancia/independencia.  El sabe que no nos podemos cambiar solos y que vamos a vivir cubriendo nuestra necesidad.  Lo único que nos pide es que admitamos que somos débiles, que no tenemos forma de cambiar nuestros propios corazones, que estamos llenos de heridas y de enojos con otras personas que no podemos superar.

Tenemos que ver que por cada pecado nuestro, es como que nosotros participamos en clavarle las manos y los pies a la cruz.  Es nuestro pecado que lo mató.  Pero él lo hizo con gozo porque sabía que estaba rescatándonos de nosotros mismos.  Este es el único poder para cambiarnos – un poder que viene de fuera de nosotros.  O sea, el cristianismo es una relación con el Dios del universo donde nosotros admitimos nuestra rebelión/ignorancia/independencia y él nos dice, “ven hijo mío, te perdono porque tu pecado está cubierto por la muerte de mi hijo.”

Ahora, para una persona que de verdad ha visto muy adentro de su propio corazón y ha visto la manera en que desesperadamente quiere cubrir su propia debilidad y actuar como si tuviera todo bajo su control, esa persona va a querer hacer varias cosas.  1. Va a querer conocer a este Dios que tanto lo amó que entregó su vida por él.  O sea, va a buscar y estudiar la palabra de Dios para conocer la verdad de Dios, y de si mismo,  2.  Va a querer experimentar la presencia de este Dios tan grande,  3.  Y también, esta fe producida por entender la grandeza de Jesús va a producir un cambio en la voluntad de la persona.  O sea, esta persona va a querer actuar y hacer según el corazón de Dios; que es un corazón que palpita por los oprimidos, los pobres, los desechados; va a luchar en contra de la injusticia y practicar la misericordia.

Entonces, no hablemos de la vida cristiana como si fuera simplemente un aprendizaje de información (el intelectualismo), o una serie de experiencias (el emocionalismo), o una cantidad de acciones (el activismo).  El cristianismo es mucho más profundo que estas tres cosas, pero definitivamente incluye las tres.  Estas tres son resultados de nuestra relación y sin ellas, tenemos que preguntarnos si conocemos a Dios de verdad.  No podemos quedarnos conformes con una o dos, tiene que estar las tres para mostrar que tenmos una relación verdadera con Dios.  O sea, tiene que haber un cambio en nuestra mente, en nuestro corazón (emociones) y en nuestra voluntad.

2 comentarios:

Lemon dijo...

Muy bien Mark!!! muy bueno tu blog de esta semana...
Espero que algún día pueda conocer así de profundo el amor de Dios que me haga moverme en estas 3 dimensiones, pero siempre anclada en el centro que es Jesús.
Gracias por compartir y enseñar esta visión del cristianismo... me hacía falta...
Que Dios te siga llenando de su palabra.
Cariños..

Mark dijo...

Gracias Liz. Bendiciones para ti.

Mark