martes, 13 de mayo de 2008

La Incomodidad

En la economía de Dios, nada funciona como yo creo que debe funcionar.

Les compartí un par de semanas atrás que uno de los momentos favoritos de mi día es cuando me acuesto por la noche, pongo las noticias en la tele, y trabajo en algunos puzzles de sudoku. Es un momento de mucha comodidad para mí.

Me gusta estar cómodo. Me gusta cuando todas las cosas me van bien. Y me he dado cuenta que es una de las cosas que busco en la vida. Pero también me he dado cuenta de que en el momento en que alguien me incomoda, me enojo. Mi fórmula para la vida ha sido:

comodidad = paz

Pero me he dado cuenta de otra cosa. Dios me llama a la incomodidad. ¿Por qué digo eso? Porque cuando estoy en mi zona cómoda, no necesito a Dios. ¿Para qué lo necesito si todo anda bien? Pero Dios está en el negocio de mostrarnos nuestra necesidad de él. Si sentimos paz porque las cosas andan bien, entonces es una paz falsa, solamente basada en mis circunstancias buenas. Pero él nos saca de nuestra comodidad para mostrarnos esa base falsa; para mostrarnos que la única fuente de paz es él.

El problema es que cuando estoy incómodo, muchas veces estoy enojado. Me gustan las cosas a mí manera, todas cuadraditas y lindas. Pero cuando hay caos en mi vida, estoy sumamente incómodo – y eso no me gusta para nada.

Si sólo pudiera darme cuenta que todas las incomodidades de la vida vienen de su mano para hacerme vivir en dependencia de él, entonces, tendría una paz, no basada en mis circunstancias sino que una paz verdadera que está basada en el hecho de que el Dios del universo me conoce y me ama.

La verdad es que Jesús se incomodó (fue a la cruz a morir por mí) para que yo pudiera tener paz en mi incomodidad. Ahí está la clave. Se incomodó sólo por amor. Entonces la fórmula de la vida no es:

comodidad = paz

Sino

incomodidad = necesidad de Jesús = paz

La búsqueda verdadera de Dios viene a través de la incomodidad. Y el que encuentra a Dios, encuentra paz.

Deuteronomio 4:29 29 »Pero si desde allí buscas al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, lo encontrarás.

Oh Padre, trae tu incomodidad perpetua a mi vida para que te vea más claramente. Amén.

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