martes, 11 de noviembre de 2008

La Inseguridad

He pensado mucho en cuantas cosas hacemos en el nombre de Dios, pero que de verdad salen de nuestra inseguridad.  Pensándolo intelectualmente, el trabajo del liderazgo de la iglesia es de proteger a la iglesia y defenderla ante  cualquier amenaza que pueda levantarse en contra de ella, pero, a la vez, en lo personal, cada líder debería morir a si mismo cuando es criticado y, tomando lo que es cierto, aplicarlo a su vida, y lo que no es cierto, tener la bondad de perdonar las críticas.

Yo tengo claro que esta es la posición que Jesús quiere de nosotros, pero encuentro que es una posición imposible, porque mi tendencia natural es de oponerme a cualquier persona que me critique directamente y, como consecuencia,  dejo pasar las amenazas que atentan a la unidad de la iglesia. 

¿Por qué será esto?  Porque somos tan inseguros que vivimos con temor a que alguien descubra la verdad de nosotros.  Todos queremos la aprobación de los demás, queremos ser valorados por quienes somos y los dones que tenemos.  Pero cuando alguien nos critica, amenaza con destruir esa aprobación que tanto necesitamos para estar bien.

Y esta es la sutileza del pecado.  O sea, el evangelio nos dice algo totalmente distinto:

Salmo 27:10   10  Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el SEÑOR me recibirá en sus brazos.

O sea, aunque todo el mundo me rechace – aun mi padre y mi madre – la única aprobación que vale es la de mi Padre celestial.  Ahora, la ironía es que en este mundo, es muy probable que si otras personas te vieran como de verdad eres, probablemente te rechacen.  Todos tenemos cosas en nuestras vidas que otros van a rechazar.  Pero la única forma que vamos a poder abrirnos a los demás, y correr el riesgo del rechazo es si cambiamos el switch de quien necesitamos que nos apruebe.  O sea, si necesitamos que los demás nos aprueben, vamos a vivir vidas cerradas, protegiéndonos de las posibles amenazas.  Pero si sólo necesitamos que nuestro Padre celestial nos apruebe, ya tenemos la seguridad, que si hemos acudido a Jesús, el que dio su vida por toda la maldad que tenemos, el Padre nos recibirá en sus brazos.  Nunca nos rechazará.

Bueno, todo esto lo sé intelectualmente.  Cuánto necesito que oren por mí para que esto llene mi ser y el amor de mi Padre celestial me inunde y me cambie.  Todavía me duele mucho cuando me siento rechazado por los demás.  Aunque quiero que Jesús sea todo lo que necesite, en la experiencia, busco mucho más que sólo a él.  Y este es el resumen del pecado en mi vida y de cuanto necesito que él venga a convencerme de mi necesidad.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

La captación, y la seguridad de verse aceptado, son elementos fundamentales, entre otros, en nuestras relaciones humanas.
Pero me he dado cuenta que Dios siempre usa a los rechazados e inseguros para la deificación de su Iglesia. Dicho esto... es que debe haber conformismo?... NO, creo que no, la seguridad y la captación serán los tesoros preferidos de todo el mundo.

Por otro lado, serìa un flagelo buscar la compañía de aquellos que no saben CRITICAR y que se atacan a las personas mas que a las ideas. Los que no dan oportunidad alguna, los implacables.

Es mejor preferir la compañía de aquel que “SABE” criticar las “ideas”, los pensamientos y lo hace con amor. Se niega de criticar a la persona y por consecuencia nos hace crecer, y evolucionar.

Se sabe que es difícil separar las convicciones del YO. Vaya qué trabajo!!

Anónimo dijo...

Perdon las dos primeras palabras son: La aceptacion

Anónimo dijo...

La aceptación, y la seguridad de verse aceptado, son elementos fundamentales, entre otros, en nuestras relaciones humanas.
Pero me he dado cuenta que Dios siempre usa a los rechazados e inseguros para la edificación de su Iglesia. Dicho esto... es que debe haber conformismo?... NO, creo que no, la seguridad y la aceptación serán los tesoros preferidos de todo el mundo.

Por otro lado, serìa un flagelo buscar la compañía de aquellos que no saben CRITICAR y que se atacan a las personas mas que a las ideas. Los que no dan oportunidad alguna, los implacables.

Es mejor preferir la compañía de aquel que “SABE” criticar las “ideas”, los pensamientos y lo hace con amor. Se niega de criticar a la persona y por consecuencia nos hace crecer, y evolucionar.

Se sabe que es difícil separar las convicciones del YO. Vaya qué trabajo!!

Daniel Molina
No me acuerdo de mi contraseña.
Mando de nuevo el texto. esta vez corregido.

Gilbert E. Leiva dijo...

Pastor, en momentos como los actuales en donde los líderes espirituales buscan mostrarse omniscientes para estar omnipresentes y así ejercer como omnipotentes en la Iglesia, Ud muestra las luchas diarias y las cicatrices de quienes buscan vivir conforme al corazón de Dios.
Que Dios le bendiga ricamente.

CONVERSO dijo...

Cierta vez Ghandi dijo que le gustaba la figura de Cristo, pero no la de los cristianos, "los cristianos se parecen poco a su Cristo" señaló. Y es que existe una postura muy dualista en el cristianismo comtemporaneo y la forma en que lo practicamos.

Francis Schaeffer en su obra "La Nueva Superespiritualidad" trata muy bien este tema y también John Stott profundiza mucho en este tema en algunos de sus escritos.

Yo recuerdo cuando comenzé a vivir como cristiano y congregarme, tuve algunos conflictos en mi iglesia porque, como siempre he sido amante de la lectura, quería llegar a otros niveles de reflexión y no siempre a los lugares comunes de la teologia. El punto está en que existe toda una sistematización del pensamiento con el fin de atacar y subyugar el desarrollo del pensamiento dentro de algunas iglésias. Y la espiritualidad es juzgada por la forma en que levanta uno las manos, por la devoción y tono con que ora y por la cantidad de reuniones a las cuales uno asiste. Y muchas veces existe esa teologia arraígada aún de que la letra mata.

Hace un tiempo vengo estudiando a Jeremias y su vida y cuando supe que el tipo estuvo casi 40 años de su vida llevando un tipo de mensaje, sentí deseos de llorar, y hasta molestía con quienes con liviandad lo descontextualizan como el profeta llorón. !Quien no lloraría al vivir lo que vivió ese hombre y soportar la carga que había en su corazón!. Cuantos de nosotros no hemos sentido las ganas de claudicar -y muchas veces lo hemos hecho- al empezar algún proyecto que busque proclamar el evangelio.

Y cuantas veces no hemos sido capaces de ponernos en la brecha, por esto mismo que se toca en este tema. Por miedo a que no nos acepten, por el temor a pagar un precio "demasiado alto" según nuestros parámetros, incluso dentro de nuestras iglesias. Por que se nos exige un compromiso de amor. Hablo de ser consecuentes, de escuchar con los dos oídos, de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Hablo de morir a nosotros mismos y que Cristo sea quien viva en nosotros. Hablo de buscar el Reino de Dios y su justicia, teniendo en cuenta los costos, y aún así, hacerlo con pasión.

Y cuando hablo de esto, también pienso lo lejos que estoy de llegar allí. Pero también pienso que no estoy sólo. Que Dios no nos deja solos y que nos acompaña todos los días hasta el fin del mundo.

Y sigo soñando cosas que nunca han sido y me pregunto ¿por qué